Fotografía: Natalia Morales
Las calles de Chimbarongo no son las mismas durante las vacaciones de invierno, lucen más vacías, con menos ruido y tránsito de vehículos. Es una tarde oscura y tranquila, marcada por el humo de las estufas a leña que se siente con su característico olor picante.
En el centro comunitario Los Poetas el ambiente es distinto. Una docena de personas conversa ruidosamente en uno de los salones. El ambiente es caótico, pero cálido y acogedor. Ingresamos con Natalia Morales, fotógrafa de LaDamaJuana, y somos recibidos cariñosamente. Cada uno de los asistentes se presenta, también nos ofrecen té, café y sándwiches. Están listos, pero yo no; nunca antes había entrevistado a tantas personas al mismo tiempo, así que les propongo que se ofrezcan solo los más interesados, pero a ellos la idea parece no convencerlos: todos quieren hablar sobre Teatro Infinito, la compañía de teatro callejero de la cual forman parte.
El primero que pide la palabra es Jorge Luis Trejos, su director. Dice que la compañía partió en 2015 cuando algunos de los actuales miembros formaron parte de un taller de teatro impartido en San Fernando por Luis Olguín. En ese tiempo comenzaron a presentarse en colegios de San Fernando, Chimbarongo y Rancagua, mostrando una obra escrita por Jorge. “Lo hacíamos sin tener mayor conciencia o conocimiento del teatro, sin ninguna profesionalización”, explica. Posteriormente, el grupo se separó y debieron pasar algunos años para que volvieran a encontrarse. Fue en 2020, en plena pandemia del coronavirus, un periodo que, inesperadamente, ayudó a consolidar su trabajo.
En medio de la crisis sanitaria, el grupo grabó una radionovela inspirada en leyendas populares de Chimbarongo que fue estrenada en la radio Artesanía. Las jornadas de grabación eran extensas, por lo que muchas veces los integrantes tuvieron que desafiar el toque de queda decretado por la autoridad para volver a sus casas. “Una vez me pillaron los pacos en la calle y me corretearon, pero yo andaba en una bici que se llamaba Relámpago, así que no pasó nada”, explica Jorge, provocando la risa de todo el grupo. Fue un riesgo que asumieron conscientes de que aquello que los movía era mucho más potente.
Compromiso con el territorio
La consolidación llegó con Sacrificio de exportación, una obra que reivindica el mundo de los trabajadores temporeros, un noble oficio característico de nuestra zona, pero que muchas veces es estigmatizado. La pieza evidenció que el sello de esta compañía está íntimamente ligado con lo local, especialmente con el mundo rural. Así lo destaca Constanza Farías, otra de las fundadoras de Teatro Infinito.
“Nosotros creamos a partir de nuestro territorio. Nos interesa mucho dónde estamos, dónde habitamos, nuestra historia. Entonces, los temporeros, la cosecha y las temporadas agrícolas son vivencias que todos nosotros tenemos de alguna forma”, explica.
Una opinión similar tiene Angélica Andía, una de las últimas en sumarse al grupo, que enfatiza la necesidad de que existan este tipo de creaciones: “la última obra de los temporeros es una manera de estar con ellos porque no todo el mundo los comprende”, agrega.
Así, en un ambiente artístico cargado de elitismo y clasismo, el trabajo que realiza Teatro Infinito destaca por su carácter contestatario. Es teatro hecho para los vecinos, por actores y actrices que, en muchos casos, no poseen formación académica. Esta noble cruzada los ha empujado a compartir su arte en localidades alejadas de los principales centros de difusión cultural.
“El acto de llevar teatro a un pasaje de una ruralidad, donde la única condición es que la gente saque una silla de su casa para ir a ver la obra, es algo hermoso y revolucionario. Estás rompiendo con el esquema, llevando algo novedoso a gente que nunca había tenido la posibilidad de ver teatro”, señala Jorge Luis.
Salvador Paredes, que se ocupa de las redes sociales de la compañía, ha sido testigo de la reacción de los vecinos cuando asisten a una presentación. “A la gente le gusta mucho que sea social, callejero y que no cobremos entrada. El hecho de que nos podamos presentar en un callejón, con una junta de vecinos llama mucho la atención. Es enriquecedor ir a una parte donde nunca han visto una obra y ver las caras de las personas”, comenta.
Mucho más que una compañía
Cuando entramos al salón donde íbamos a realizar la entrevista, vimos a uno de los integrantes tocar algunos acordes en guitarra. Luego supimos que era José Lizama, quien tiene la tarea de confeccionar la música de la próxima obra que el grupo ensayará y presentará. Se trata de una escrita por Carlos Rodríguez, obrero de la construcción, que se acercó a la compañía motivado por su afición a la actuación.
Esta es otra de las características de Teatro Infinito, un grupo de personas que se relaciona de manera simétrica, donde todos son escuchados y donde los cargos no son rígidos, por lo que cualquiera de los integrantes puede desempeñar el rol de director o dramaturgo. Fue este ambiente de cercanía y familiaridad el que sedujo a Angy Mile. “Fui a verlos y me gustó su esencia, porque no es igual a otros teatros”, explica.
El grupo también tuvo la tarea de ayudar a Angy en su difícil llegada a Chile, cuando lamentablemente debió enfrentar algunos episodios de discriminación. “Al conocerlos me di cuenta de que había personas lindas, cariñosas y tiernas. Al estar lejos, ellos se han convertido en una familia. Marcaron la diferencia entre el Chile feo y el Chile bonito”, agrega.
Sus palabras también emocionan al resto de sus compañeros, algunos se ponen de pie y la abrazan. Nosotros agradecemos que nos hayan permitido formar parte de este momento tan íntimo y honesto. Yo les comento que se nota el entusiasmo y orgullo cada vez que hablan de Teatro Infinito, algunos de ellos responden: “es que quizás estamos actuando”, y todos reímos.
Al finalizar la entrevista, nos tomamos fotos y nuestros anfitriones nos vuelven a ofrecer té, café y sándwiches, “para el camino”, dicen. Nosotros nos despedimos y salimos a la noche fría de Chimbarongo. Quizás solo faltó un abrazo final y el tradicional grito de “¡Mierda, mierda, mierda!”, pero insisto: esta no es como cualquier otra compañía de teatro.