Yo sostengo que la cazuela de ave requiere aquellas piezas soberbias y asoleadas de los pueblos costinos, el mantel ancho y blanco y la gran botella definitiva y redonda, que se remonta a los tiempos copiosos de la abundancia familiar y cuyo volumen, como por otoños melancólicos ciñéndose, recuerda los cuarenta embarazos de la señora.
Pablo de Rokha, Epopeya de las comidas y bebidas de Chile.
Texto: Alejandra Gómez | Fotografía : Saberes y Sabores Colchagüinos
A través de una videoreceta, es posible apreciar la preparación del charquicán de cochayuyo, coronado al servir con un huevo frito y “color”, conocimiento que generosamente comparte Miriam Gálvez Bustamante, de la Comuna de Chépica. La invitación es a observar en silencio la preparación, disposición tan necesaria a veces, como también lo es detenernos a escuchar con atención lo que alguien tiene para contarnos. La receta de Miriam se trata de comida, pero también de su historia personal, la de ella con su madre y sus hermanos, de esta forma, cocinar el charquicán es conjurar su recuerdo y sus enseñanzas una y otra vez.

Saberes y Sabores Colchagüinos (Fondart Regional 2022), tiene por objetivo “rescatar, difundir y promover la identidad gastronómica oral rural como un aporte al desarrollo del turismo cultural de la Provincia de Colchagua”. El proyecto es liderado por Karina Jara y Clara Bustos, ambas periodistas que han enfocado sus intereses profesionales en el ámbito de la cultura y el patrimonio.

Para llevar a cabo este inventario gastronómico o recetario oral como lo han llamado, contaron con la colaboración de diversos agentes territoriales, municipalidades y juntas de vecinos, de las comunas que componen la Provincia de Colchagua. Gracias a esa colaboración, pudieron considerar a treinta personas entre hombres y mujeres representantes de sus respectivas comunidades, personas mayores portadoras de conocimientos gastronómicos y de historias de vida íntimamente ligadas a la historia de la provincia.
“Reconocer a las mujeres como portadoras de un saber, como herederas de una cocina vinculada a los mismos tiempos de la naturaleza, de las estaciones. Comida sencilla pero nutritiva, cocina estacional que se preparaba con lo que la tierra y la huerta daban”, comenta Clara en relación a sus motivaciones.
La mayoría de las recetas están vinculadas a recuerdos, a veces a infancias con responsabilidades domésticas, donde aprender a cocinar suponía una ayuda para la madre en el cuidado de la familia, más aún si eras la hermana mayor, o bien si eras niño, colaborar con el padre en el trabajo del campo. Historias de escasez material, pero muy pocas veces relacionada a la falta de alimentos, porque “en el campo siempre habrá algo con qué cocinar”, recalca Karina, quién aborda el proyecto con una mirada muy sensible en relación a la vida de estas personas, de estas treinta mujeres, qué en su mayoría aprendió a cocinar sin más apoyo tecnológico que piedras de moler, molinillos, fogones encendidos con leña y agua obtenida de norias.

A través de Saberes y Sabores Colchagüinos, podremos acceder a un valioso material audiovisual, que da cuenta de recetas vinculadas de manera irrestricta al territorio y a nuestra biodiversidad, así como a los procesos históricos que modifican paulatinamente nuestras formas de vida.
Para acceder a la página del proyecto aquí.