El día lunes 15 de abril, se conmemoró el Día Mundial del Arte (UNESCO, 2019), fecha que se eligió en honor al nacimiento de Leonardo Da Vinci. Las reflexiones y temáticas que nos interpelan relacionadas a este día, son vastas. En esta ocasión pensamos que sería pertinente una reflexión, por ejemplo, sobre la relación entre arte y cuidado del medio ambiente en la región de O’Higgins, sin descuidar la apreciación y valoración del legado artístico que nutre nuestro imaginario regional. Un repaso breve por esta historia del arte.
Ríos, ciudad y esteros
La relación entre arte y medio ambiente es profunda y significativa. El arte en sus variadas disciplinas, puede ser una herramienta poderosa para concientizar sobre la importancia de proteger nuestro entorno natural y promover prácticas sostenibles.
En la región de O’Higgins, entre las suaves colinas, valles y los viñedos que se extienden hasta el horizonte, un grupo de artistas chilenos plasmó en sus cuadros parte de lo atributos naturales y culturales del paisaje de la región. Aquí, bajo el cielo vasto y cambiante, un grupo de pintores chilenos encontró su musa en los paisajes que les rodeaban, plasmando con sus pinceles la belleza de esta región única.
Antonio Smith (Santiago 1832 – Santiago 1877), con su paleta en mano y mirada atenta, exploraba los valles y ríos que serpentean entre los campos verdes. Sus pinceles capturaban la luz matinal que bañaba las montañas de la cordillera, las cuales él representaba con líneas sutiles y tonos cálidos que evocaban una paz serena. Nacimiento del Cachapoal de 1870, es la pintura que hoy destacamos, obra perteneciente a la colección arte chileno del Museo Nacional de Bellas Artes.
Mientras tanto, Juan Francisco González (Santiago 1853 – Santiago 1933), uno de los cuatro maestros de la pintura chilena, el más prolífico, quién para la historiadora Isabel Cruz «caló como ninguno en su tiempo la esencia de lo popular chileno, estampándolo en la tela con intacta frescura», prefería pintar los campos de trigo dorado en el verano. Sus obras transmitían la calidez del sol que se reflejaba en las espigas ondulantes, llenando sus lienzos de una luminosidad única. Era como si cada pincelada de González contuviera el aroma a tierra seca y cosecha. Citamos una de las obras realizadas en la comuna de San Fernando y catalogadas en el sitio Pintura Chilena, Calle de San Fernando.
El pintor colchagüino Alberto Valenzuela Llanos, nació en San Fernando en 1869, considerado uno de los principales exponentes del género de paisaje en Chile. Sus obras retrataban los bosques nativos y las montañas imponentes que se alzaban en la distancia. Con una paleta rica en tonos oscuros y profundos, lograba transmitir la majestuosidad y el misterio de estos lugares. Perteneció a la generación de los grandes maestros, fue galardonado en Chile y en el extranjero, además de ser un reconocido académico. Valenzuela Llanos pintó Colchagua y aún es posible reconocer el mismo valle en sus pinturas, la misma luz. Muere en Santiago en 1925. En San Fernando, su figura es recordada en el liceo que lleva su nombre. Pensamos que la deuda con su legado continúa vigente en la comuna. Estero de Lolol y Bebedero de Lolol, son las obras que elegimos, ambas documentadas en el libro, “Alberto Valenzuela Llanos. Visión entrañable del mundo rural”. Santiago, Origo Ediciones, 2008.
Contemporáneo es el artista Carlos Aceituno Cantillana (San Fernando, 1954), se ha dedicado a capturar la esencia de los pequeños pueblos rurales. Sus pinturas transmiten la vida cotidiana en las plazas soleadas y las casas de adobe, mostrando la conexión profunda entre la gente y su entorno rural, al plasmar la vida rural, nos muestra la belleza de las comunidades locales y nos hace reflexionar sobre la necesidad de preservar las tradiciones y el patrimonio arquitectónico de nuestras ciudades y pueblos. Una buena oportunidad de poder apreciar sus obras, es dirigirnos al Hospital de San Fernando, que resguarda en sus pasillos una importante colección. Panadería Colchagua de 1984 es la obra que compartimos.
Felipe Arnolds Pizarro (Santiago, 1961) artista paisajista contemporáneo, nos lega la obra “Las salinas de Cáhuil”, perteneciente a la colección artes visuales del Museo Regional de Rancagua. Es una obra de la década del noventa, una composición en base a un paisaje de Cáhuil, en la comuna de Pichilemu. En primer plano se observan los cuarteles en donde se acumula el agua de mar para la extracción de la sal. En segundo plano el estero Nilahue , tercer plano casas y frondosos árboles y al fondo cordillera de la costa.
Estos artistas, cada uno con su estilo único, ha logrado a plasmar la identidad visual de la región de O’Higgins. Sus obras, ahora parte del patrimonio artístico de Chile, nos invitan a adentrarnos en esos paisajes y a contemplar la belleza que ellos vieron y capturaron en sus lienzos, mostrando el encanto y la diversidad de esta tierra bendecida por la naturaleza.
Estos pintores no solo capturaron la belleza de los paisajes de O’Higgins, sino que también transmitieron un profundo sentido de apreciación por la naturaleza y el entorno humano que habitaba en armonía con ella. En sus obras, se puede percibir un llamado a valorar y preservar estos escenarios, entendiendo que la belleza del paisaje depende de la manera en que lo cuidamos y respetamos.
En conjunto, estas visiones artísticas nos inspiran a apreciar y cuidar nuestro entorno, a vivir de manera más consciente y a desarrollar nuestras ciudades de manera sostenible, integrando la belleza natural en la vida diaria. Los paisajes inmortalizados por estos artistas chilenos nos recuerdan que somos custodios de la tierra y que nuestro deber es protegerla y preservarla para las generaciones venideras.