Por PaVito, escritor y editor | Fotografía: Natalia Morales y Primeros Pasos Ediciones
Uno de los relatos verbales que más me impactó y aterró cuando niño, fue el del monstruo del lago Ness, al que suelen llamar Nessie, y cuya única fotografía sacada hace décadas, deja entrever lo que podría ser el cuello largo de un dinosaurio, la trompa de un gran elefante o mastodonte, o quién sabe, el afamado sombrero del Principito.
Pese a su ambigüedad y falta de pruebas, es una de las tantas historias que creí sin cuestionar y que me quitaron el sueño más de alguna vez. Hoy viene a mí este recuerdo, a propósito del libro El Monstruo de Tagua Tagua del profesor Carlos Carvajal Barahona, “un trabajo de investigación historiográfico cuyo propósito último es desmitificar un relato que, para algunos, a partir del año 2000, representa una leyenda perdida y recuperada”.
Su autor intenta demostrar que dicho monstruo y la narración que le precede, no pertenecen a la cultura y a la historia local o nacional, sino que se trata de un antiguo canard, conocido también como fake news, el más famoso en su género” –como reza su contraportada.
A principios de este siglo, la biblioteca de Madrid, España, encomendó el montaje de una gran exposición sobre monstruos y seres imaginarios. Tras dos años de investigación, se exhibieron cerca de 200 imágenes, encabezadas a modo de portada por un grabado en papel de 1784, realizado supuestamente en la madre patria por un autor anónimo.
Bajo ella un texto decía lo siguiente: “Este horrible monstruo, aparecido a principio de este año 84 en la laguna Tagua, en la estancia de don Próspero Elso en el Reyno de Chile, el qual hacía muchísimo daño, comiendo quanto animal iba a beber a dicha laguna, asta que con mucho silencio le esperaron 100 hombres con bocas de fuego, y le cogieron vivo. Tiene 30 varas y media de largo, y la cola mucho mayor que el cuerpo, las piernas tienen cerca de un cuarto, pero las uñas son mucho mayores, la melena de la cabeza llega asta el suelo de modo que le enreda a los pies, la cola superior la juega con mucha ligereza y a donde quiere sirviéndole de mano para asir la presa”.
Una de las hipótesis que presenta el autor es que estos monstruos o criaturas extrañas, eran creadas en aquellos años por las autoridades de turno para motivar la población de tierras lejanas y sacar provecho de sus riquezas. Algo similar a lo que habrían hecho con esta historia las autoridades actuales en San Vicente de Tagua Tagua, con fines algo más turístico y con exitosos resultados. Año a año, miles de viajeros visitan estas tierras para sacarse una foto con la escultura del monstruo, ubicada en la plaza de la comuna, y conocer un poco más de esta extraña criatura.
El recorrido hacia casi 250 años de la historia local, nos trae a la memoria también la oculta etnohistoria de los picunches Tagua Tagua, el arte de los grabados y estampados, relatos filosóficos, y sobre todo, la laguna que ocupó 32 kilómetros de extensión, poblada por una abundante fauna de peces y aves, y con una nutrida vegetación acuática costera, que fue vaciada completamente en 1841 con fines agrícolas.
Si bien muchos amantes de la naturaleza como yo añoran haber contado con este hermoso lugar y ser un destino cercano para la contemplación y el descanso, hoy es un importante yacimiento arqueológico donde se encontraron vestigios de pueblos cazadores-recolectores que data de miles de años A.C., mastodontes Humboldt, una especie de ciervos ya extinta, un pucará, etc.
Es el monstruo de Tagua Tagua, del escritor y profesor de Peumo Carlos Carvajal Barahona, sin duda una obra digna de conocer, que invita a la reflexión y también al conocimiento, de manera muy sencilla y cercana.
*El libro se puede adquirir en el siguiente enlace: