Fotografía | Natalia Morales Barrientos
En los días largos del verano, en la precordillera de San Fernando, se dió continuidad a una instancia de creación comunitaria: la Ecoescuela Artística Itinerante Kalfumalen, una experiencia que unió el arte, la pedagogía y el territorio en un solo proyecto sociocultural, financiado por el Programa de Puntos de Cultura Comunitaria, línea de Proyectos Socioculturales 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

La iniciativa comenzó con la Escuelita de Verano en la Ecoaldea Pailimay, donde niñas, niños y adolescentes participaron en laboratorios creativos de pintura, fabricación de tintes naturales a partir de arcillas del sector, acuarela botánica, muralismo expresión corporal y co creación de una obra. Allí, entre árboles nativos, barro y risas compartidas, se delinearon las bases de un proceso educativo que más tarde se trasladaría a dos escuelas públicas de San Fernando: la Escuela Olegario Lazo Baeza, en el sector urbano, y la Escuela Sergio Verdugo Herrera, en la localidad rural de Puente Negro.
El seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la región de O’Higgins, Cristo Cucumides Litin, indicó que “estamos muy contentos con la iniciativa que está impulsando la agrupación Kalfumalen que forma parte de la red del programa Puntos de Cultura Comunitaria, ya que permitirá acercar el arte y la cultura a territorios y comunidades que han sido afectadas por distintos tipos de siniestros. Este apoyo que entregamos desde el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, para impulsar proyectos socioculturales también tiene por objetivo activar el quehacer cultural del territorio y fortalecer el trabajo de las organizaciones culturales comunitarias de nuestra región”

Arte en el aula: una pedagogía desde el cariño y el arraigo
Lo que distingue a Kalfumalen no es solo su apuesta por la educación artística, sino su manera de hacerla realidad: un enfoque basado en el diagnóstico participativo, la creación colectiva y una muestra final que obsequia belleza al entorno. En este proceso, el arte no es un fin decorativo ni una actividad suplementaria: es una herramienta de transformación cultural, emocional y social.
En la Escuela Olegario Lazo Baeza, niñas y niños de 7° y 8° básico participaron en un laboratorio de muralismo guiado por la artista Camila Vivanco, en diálogo permanente con la comunidad educativa. El mural resultante, de gran formato y lleno de colores vibrantes, representa el vínculo de la escuela con la tierra, la flora nativa y los saberes de sus estudiantes, en comunicación con el sello ecológico de la escuela. Desde el inicio, este trabajo implicó: reuniones de reflexión y escucha con los y las estudiantes, diseño colaborativo del mural con lluvia de ideas, bocetos, símbolos, pintura colectiva como rito de apropiación del espacio.

El trabajo de co creación de la obra Violeta azul, basada en la obra artística y musical de Violeta Parra, fue otro de los trabajos en los que activamente se involucraron alumnos y docente, que incluyó talleres de voz y de conciencia espacial a cargo de la artista educadora Paulina Reyes y la dirección musical de Mariel Labra.
En paralelo, en la Escuela Sergio Verdugo Herrera de Puente Negro, el artista educador Rodrigo Núñez desarrolló un proceso basado en la Lira Popular Chilena, a través de la ilustración y la poesía. Este laboratorio propició el rescate de imaginarios locales, el uso del lenguaje poético y visual, y la activación de memorias familiares vinculadas al mundo campesino. Los niños y niñas crearon una lira popular, ilustraron décimas inspiradas en sus propias experiencias y, con ello, resignifican la oralidad como patrimonio vivo. Creaciones que fueron presentadas a las comunidad de San Fernando durante la actividad llamada “Recados entre el campo y la ciudad”, primer hito de la Ecoescuela durante la semana de la Educación Artística 2025.
El arte también se celebra en escena: Violeta Azul y el teatro como voz de la infancia
El cierre del proyecto no pudo ser más conmovedor. En el Teatro Municipal de San Fernando, el 13 de mayo, se estrenó “Violeta Azul”, una obra multidisciplinaria inspirada en la figura de Violeta Parra y en el marco de la celebración de los 80 años del Premio Nobel a Gabriela Mistral y de la celebración de la Semana de la Educación Artística. La puesta en escena fue protagonizada por estudiantes de distintos niveles de la Escuela Olegario Lazo Baeza, quienes durante semanas trabajaron junto a la artista educadora Paulina Reyes y Mariel Labra, en la exploración de sus talentos, voces e identidades.

La obra integró canto, narración oral, elementos visuales y teatralidad expresiva. Fue, al mismo tiempo, un homenaje a las mujeres creadoras de nuestra historia y un ejercicio de autoafirmación para niñas y niños que descubrieron el poder de su expresión artística.
Los pilares de EcoEscuela Kalfumalen: arte, identidad, participación
En todos los espacios de trabajo, el equipo de la Ecoescuela, con la coordinación de Mariel Labra, insistió en una pedagogía que pone en el centro a los estudiantes, no como receptores sino como protagonistas. Cada proyecto en aula fue acompañado por artistas con experiencia en educación, quienes colaboraron directamente con las y los docentes, integrando los contenidos escolares a las prácticas artísticas. Esto permitió conectar las artes con el currículo escolar, abrir espacios de diálogo generacional y comunitario, valorar los saberes rurales y las memorias del entorno.
Además, se propició el intercambio cultural entre escuelas, con sesiones especiales donde se invitó a artistas externos como la actriz Tiare Contreras y la arteterapeuta Déborah Muñoz, generando instancias de aprendizaje transversal.

El valor de lo rural y el derecho a imaginar
Este proyecto demuestra que los sectores rurales no son “periferias” culturales, sino espacios de producción simbólica con voz propia. La distancia geográfica no debe implicar exclusión, y es precisamente en estos contextos donde la educación artística cobra mayor urgencia y sentido, lo mismo que los objetivos de la gestión cultural.
La experiencia de la Ecoescuela Artística Itinerante Kalfumalen nos recuerda que la infancia necesita arte tanto como aire y juego, y que todo proceso educativo que aspire a formar personas íntegras debe incluir la belleza, la expresión libre y el contacto con la creación.

Agradecimientos y proyección
Este proyecto benefició de manera directa a 727 niños y niñas pertenecientes la zona rural aislada de Sierras de Bellavista y a las escuelas Olegario Lazo de San Fernando y Sergio Verdugo Herrera de la localidad de Puente Negro.
La iniciativa no habría sido posible sin el compromiso de los equipos directivos y docentes de los establecimientos educacionales y de las familias que acompañaron y creyeron en los procesos. Cada niño y niña participó con su voz, su pincel, su risa o su verso. El equipo de Kalfumalen y su firme convicción de que el arte transforma. Y por supuesto, el Programa de Puntos de Cultura Comunitaria, que apuesta por iniciativas territoriales con sentido y raíz.
El día jueves 5 de junio, en el canal de YouTube de Fundación Kalfumalen, se estrenará el documental que da cuenta de los cinco meses de trabajo creativo en las escuelas, https://youtu.be/HwY65ms_V_4.
Kalfumalen seguirá su camino. Porque sembrar arte es también sembrar comunidad. Y allí donde crecen boldos y gorriones, también crecen niñas y niños que sueñan, crean y se reconocen como parte de algo mayor: una cultura viva, justa y profundamente nuestra.